La agencia calificadora Moody’s degradó la nota crediticia de Estados Unidos, retirándole su histórica calificación triple-A, debido al persistente deterioro fiscal y al crecimiento de la deuda nacional. La nueva calificación bajó de Aaa a Aa1, con una perspectiva modificada de negativa a estable, según informó Financial Times.
Con esta decisión, Estados Unidos pierde el respaldo total de las tres principales agencias de calificación crediticia, ya que tanto Fitch como S&P ya habían tomado medidas similares en años anteriores. La rebaja refleja una creciente preocupación entre analistas e inversores por la sostenibilidad de las finanzas públicas del país.
Moody’s señaló que, si bien la economía estadounidense sigue siendo robusta, sus fundamentos fiscales se han debilitado considerablemente. Se prevé que el déficit federal alcance el 9% del PIB para 2035, frente al 6,4% registrado en el último año, debido al aumento del gasto en intereses, programas sociales y una recaudación que no crece al mismo ritmo.
“Las fortalezas económicas de Estados Unidos ya no compensan plenamente su deterioro fiscal”, afirmó la agencia en su comunicado. La rebaja es también un reflejo de más de una década de endeudamiento creciente y de un entorno político que ha obstaculizado medidas correctivas sostenibles.
Tras el anuncio, el rendimiento del bono del Tesoro a 10 años subió al 4,48%, lo que indica una caída en el precio de estos activos y un aumento del costo de financiamiento para el gobierno. Andy Brenner, jefe de NatAlliance Securities, advirtió que “la verdadera preocupación no son los aranceles, sino la falta de avances reales en la política fiscal”.
La decisión llega en medio del debate sobre el nuevo proyecto fiscal del Partido Republicano, promovido por Donald Trump, que no ha logrado avanzar en la Cámara de Representantes. Legisladores del mismo partido han expresado su rechazo, argumentando que las propuestas aumentarían aún más el déficit, el cual ya supera los niveles que los economistas consideran sostenibles a largo plazo.
El Comité para un Presupuesto Federal Responsable estima que ese plan podría añadir hasta 5,2 billones de dólares a la deuda nacional en la próxima década.
La rebaja de Moody’s representa un momento histórico: por primera vez en más de un siglo, Estados Unidos ya no cuenta con una calificación crediticia de primer nivel completamente estable por parte de ninguna de las tres agencias más influyentes del mundo financiero.
La creciente deuda, el aumento en los pagos por intereses y la parálisis política en Washington alimentan la incertidumbre sobre la salud fiscal del país. Moody’s advirtió que esta situación podría traducirse en mayores costos de endeudamiento y presiones adicionales sobre el Congreso para abordar reformas estructurales.
Moody’s, S&P y Fitch son actores clave en la evaluación del riesgo crediticio global. Sus decisiones influyen directamente en los mercados, la confianza de los inversores y el costo del financiamiento para los gobiernos. Una nota alta indica solidez y bajo riesgo, mientras que una degradación puede desatar turbulencias financieras.
Históricamente, Estados Unidos disfrutó de una reputación impecable en los mercados por su estabilidad económica y política. Esa imagen comenzó a erosionarse en 2011, cuando S&P bajó su calificación por primera vez. Fitch hizo lo mismo en 2023. Moody’s, la última en mantener la triple-A, ha cerrado ahora ese capítulo.
La decisión de Moody’s no solo afecta a Estados Unidos. Marca una señal de alerta sobre la fragilidad de incluso las economías más grandes ante el exceso de deuda y la falta de consensos políticos duraderos. El mensaje de fondo es claro: la credibilidad financiera no es eterna, y debe ser respaldada por políticas fiscales responsables.
Fuente: Infobae